Resiliencia: Magia ordinaria para la mente

por ParentCo. Noviembre 16, 2017

madre caminando con su hijo bebé en una hermosa naturaleza como él se sienta en sus hombros

El mundo que habitamos es cambiante. Como especie, a lo largo de los milenios hemos aprendido a aceptarlo. La historia de la humanidad y de nuestra supervivencia se ha ido perfeccionando gracias a las circunstancias cambiantes. A lo largo de nuestra historia humana, ha habido muchas ocasiones en las que los vientos han cambiado. Cuando nos hemos visto en la necesidad de centrarnos, mantenernos firmes y luchar. Nuestro éxito en la supervivencia demuestra que estamos preparados para superar estos retos. Como especie, podría decirse que es uno de nuestros puntos fuertes. La capacidad de recuperarse de los retos de la vida se llama resiliencia. La resiliencia es la antídoto contra los grandes golpes de la vida. Es la banda elástica de nuestro ser que nos permite absorber un choque y luego recuperar nuestro nivel anterior de funcionamiento. A veces, incluso nos hacemos más fuertes como resultado de nuestra experiencia. Sin embargo, como la mayoría de los rasgos, la resiliencia existe en un continuo. Algunos somos capaces de superar lo desagradable con más facilidad que otros. Esta variabilidad ha despertado el interés de los investigadores: ¿Por qué algunas personas parecen estar mejor preparadas que otras para recuperarse de los retos que les plantea la vida? Y si la resiliencia varía en cada uno de nosotros, ¿es posible ayudar a las personas a desarrollarla más con el tiempo? La respuesta corta es sí, la resiliencia es algo que cada uno puede crear para sí mismo. Esto se debe a que la resiliencia no es tanto un rasgo fijo con el que nacemos como un proceso de movilización de recursos cuando los tiempos se vuelven difíciles. La resiliencia no es inusual ni especial. Es una respuesta típica y adaptativa al estrés. La "magia ordinaria" de la mente humana, según Susan Masten, uno de los primeros investigadores en estudiar sus procesos. Sostiene que cualquiera puede ser más resiliente cuando empieza a prestar atención a sus recursos. Unos recursos cuya creación requiere tiempo, compromiso y planificación. Algunos de estos recursos están en las personas que te rodean. Esas personas a las que puedes pedir consejo, confianza y apoyo. Algunos de estos recursos están en su mente, como las lecciones de experiencias pasadas, el optimismo realista, la esperanza, los objetivos y el coraje. Algunos residen en tu cuerpo, en forma de fuerza, buena nutrición y ejercicio. Algunos también pueden residir en tu entorno, en forma de espacios verdes accesibles, seguridad y oportunidades. Entonces, ¿cuál es un buen punto de partida? ¿Dónde empieza el cultivo de la resiliencia? He aquí algunas conclusiones de la bibliografía:

Conexiones con los demás

Las relaciones con los demás nos llenan de energía, nos ayudan a entender el mundo y pueden proporcionarnos el respiro necesario en momentos de estrés. Haz balance de tus relaciones. Las que te nutren son a las que hay que prestar atención y mantener fuertes. En tiempos difíciles, conocer a otros padres en una situación similar también puede ser muy útil. Los grupos dirigidos por profesionales que reúnen a padres con problemas similares han demostrado ser especialmente útiles. Nuestra propia investigación ha demostrado que las nuevas madres a menudo citan sus amistades con otras nuevas madres como un elemento clave en su capacidad para adaptarse a las exigencias de sus nuevas funciones. Muchas madres consideran que la amistad con otras madres es un poderoso mecanismo de supervivencia. Cuando se trata de aumentar la resiliencia, prestar atención a tus conexiones con los demás es el "primer trabajo". Uno o dos espíritus afines pueden ofrecer un pequeño alivio en un día pesado. Una red social más amplia de personas con ideas afines puede proporcionar recursos útiles cuando se necesitan. El "pueblo" es un requisito de buena fe para las madres. Sigue buscando la tuya. Pronto sabrás cuándo la has encontrado.

Experiencia

Cuantas más experiencias acumulemos en la vida, más probabilidades tendremos de creer en nuestra capacidad para afrontar lo que venga después. Cada vez que probamos algo nuevo, nuestro cerebro crece y se fortalece, creando conexiones más profundas y ricas que antes. Con el tiempo, nuestro creciente archivo de pruebas de que podemos dominar nuevas situaciones nos proporciona un profundo pozo de confianza al que recurrir. En la medida de lo posible, haz un hueco en tu día a día para unos cuantos objetivos manejables y ambiciosos. Aprende algo nuevo. Afronta un problema que llevas tiempo posponiendo. A medida que avanzamos en estas áreas, aprendemos sobre nosotros mismos y sobre nuestra capacidad para resolver problemas y seguir avanzando. No nos limitamos a solucionar las cosas. Estamos acumulando experiencias que pueden darnos más fuerza, confianza y resistencia en el futuro.

Perspectiva útil

El optimismo realista, la esperanza, el coraje y una mentalidad de crecimiento son hábitos mentales que pueden ayudar a recuperarse de un revés. El truco no consiste en tener una política general de gafas de color de rosa, sino en valorar de forma realista las posibilidades de una situación y rebatir el pensamiento negativo cuando las pruebas no lo apoyen. En medio de la incertidumbre, el cerebro puede preferir pensar en lo negativo. Sin embargo, tu perspectiva marca el rumbo de tus acciones. Una perspectiva útil será aquella en la que puedas ver que el progreso es posible y merece la pena. Para reforzar la capacidad de tu cerebro para hacer esto, practica reconociendo las muchas formas en que puedes mejorar, ya sean grandes o pequeñas, en cualquier situación. Esfuérzate por tomar nota tanto de lo bueno como de lo malo de tu día. Rechaza a tu crítico interior siempre que puedas.

En resumen

Una ramita que recibe un codazo en el bosque puede doblarse. O puede romperse. Si el árbol al que pertenece está alimentado, regado y sano, es probable que la ramita sea lo bastante elástica para recuperarse. Si las condiciones han sido calurosas, secas o de algún otro modo agotadoras, la ramita será frágil. Que la ramita se rompa o no depende de las condiciones que haya experimentado antes. La capacidad de recuperación no depende tanto de las características del árbol como de su nutrición, es decir, de la suma total de los recursos a los que ha podido recurrir para mantenerse fuerte. Como madres, nuestra capacidad para recuperarnos de los retos, grandes y pequeños, es un elemento esencial de nuestro rendimiento como madres. Es difícil saber cómo superaremos un reto hasta que se nos presenta. Sin embargo, si reforzamos los recursos de que disponemos, pondremos las condiciones a nuestro favor y será más probable que nos recuperemos, en lugar de quebrarnos, cuando la vida nos de vueltas y revueltas. La práctica regular de mantener estos recursos podría ser la "magia ordinaria" de la maternidad. Este artículo se publicó originalmente en WellMadeMama.com.


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