7 razones por las que deberías "ir a la peluquería" con tus hijos

por Zaeli Kane 25 de mayo de 2017

niña sosteniendo un caracol

Desde que nos mudamos, pasear por el arroyo que pasa junto a mi casa es uno de mis pasatiempos favoritos. Pero rara vez puedo hacerlo sin ver algún tipo de basura en él o junto a él, ya sea arrastrada por una lluvia o dejada por los desplazados que a veces pasan por allí. Al principio encontré una bolsa de plástico vacía atrapada en las raíces de un árbol, hecha jirones y blanqueada por el sol, pero lo bastante resistente para funcionar. Decidí que recogería toda la basura que encontrara en mi camino y, cuando la bolsa estuviera llena, daría la señal para regresar. No tardé en darme cuenta de que podía compartir este ritual con mi hija pequeña, pero no podía esperar que se convirtiera en un placer. Ya le había dicho antes, cuando me preguntó por qué me depilaba las cejas o me afeitaba las piernas, que el aseo es una forma que tiene la gente de demostrar que algo le pertenece, que es la forma en que elijo dar afecto a mi cuerpo. Del mismo modo, plantar flores en el jardín es la forma en que demuestro responsabilidad por ese espacio. Aunque no somos dueños del arroyo ni de ningún terreno más allá de nuestras vallas, tenemos una obligación primordial con la Tierra en general, en particular con sus masas de agua. Así que me pareció lógico enseñarle a cuidar los espacios abiertos, dondequiera que se encuentre. Puede sonar raro o incluso desagradable animar a un niño pequeño a juguetear con la basura, pero los beneficios son muchos. Así que ahora, además de montar en bici y perseguir al camión de los helados, nos gusta ponernos las botas y los guantes de jardinería y "salir a asear". He aquí por qué tú también deberías hacerlo:

1 | Lleva a los niños al aire libre

Esto es obvio. Nuestros hijos pasan tanto tiempo dentro de casa y delante de pantallas, que a menudo los niños solos no saben jugar al aire libre sin que otro niño les persiga. Tanto si los llevas a un parque urbano como a una arboleda suburbana, disfrutarán de la sensación de las brisas cambiantes, de los ángulos de la luz natural y se beneficiarán de los efectos fisiológicos del baño de bosqueque se ha demostrado que refuerza la inmunidad.

2 | Ejercitan los sentidos y la destreza física

A los niños les encantan las búsquedas del tesoro, incluso cuando el premio es simplemente ser el primero en ver algo. Para ver la basura, tienen que mirar de cerca y de lejos, sin perder de vista dónde pisan. Cuando el terreno cambia, ajustan el paso, juzgan si deben alcanzar algo y cómo, y utilizan su motricidad fina para recogerlo con precaución. Ni el parque infantil más duro puede desarrollar el equilibrio y la coordinación como el suelo de un bosque a la antigua usanza.

3 | Practica su juicio

Incluso a su tierna edad, mi hija entiende que hay cosas que no debe tocar. Tapones de botellas rotos, colillas de cigarrillos, trozos de cristal rotos... son cosas que señala, pero no coge. Me llama entusiasmada y practica la paciencia mientras me acerco a ella para evaluar lo que ha encontrado. Me gusta que esté aprendiendo a pensar antes de actuar y a ver la petición de ayuda como una parte natural de la cooperación.

4 | La conversación es inmejorable

Nada despierta tanto las preguntas de un niño como el misterio de un objeto encontrado, lo que convierte nuestros paseos de aseo en el tiempo de calidad más apreciado. Algunas de estas conversaciones giran en torno a temas que de otro modo no abordaría con un niño tan pequeño: la falta de vivienda, la adicción, el consumismo, la contaminación. Pero la evidencia tangible de estas realidades invita a algunos intercambios prácticos que, aunque incompletos, proporcionan una sólida base de concienciación social. Por no mencionar que sienta un gran precedente de comunicación abierta entre padres e hijos. Tendremos que volver sobre estos temas y profundizar en ellos cuando esté más preparada para abordarlos, pero me impresiona increíblemente cómo incluso un niño de preescolar puede vivir sin abrigarse y sin estar hastiado, aceptando la verdad de que a los seres humanos aún les queda mucho por descubrir.

5 | Es una suave introducción a la meditación

Aunque charlar es estupendo, el silencio es casi mejor. Los paseos de acicalamiento son un momento maravilloso para sumirse en una quietud similar al trance, para distraer la mente de mono con una tarea definida mientras se disfruta del ritmo armonioso de caminar al son de la banda sonora con la que evolucionamos. En cuanto a las prácticas espirituales, no se me ocurre nada mejor que una que involucre la conciencia más tranquila junto con el ejercicio físico y el servicio a otras especies. Me alegra saber que, vaya donde vaya por el mundo o disponga del tiempo que disponga, mi hija conocerá al menos una forma garantizada de conectarse a tierra.

6 | Es fortalecedor

Es responsabilidad de los padres enseñar a sus hijos las realidades ecológicas de la sociedad, pero corremos un gran riesgo de abrumarlos con ansiedad y culpabilidad. Enseñarles a adquirir el hábito de cuidar el medio ambiente les proporciona el placer que más les gusta a los niños pequeños (sentirse útiles) dentro de un marco finito: Una vez que la bolsa está llena, ya has terminado por hoy. No hace falta llevarse más de lo que se puede cargar. Ahora bien, todos sabemos que la basura en sí es un problema incluso cuando va a parar al vertedero, pero aquí al menos consiguen hacer una mejora mensurable que beneficia a la comunidad más amplia de vecinos humanos y otras especies que de otro modo se ahogarían o envenenarían con nuestra basura.

7 | Aprenden sobre su hábitat

Juntos, observamos cambios sutiles y estacionales que no se ven desde lejos. Caminando por los mismos senderos una y otra vez, somos testigos de la vida de las flores, de la caída de una rama o de la migración sorprendentemente rápida de los caracoles. Nos damos cuenta de dónde se posan los pájaros, qué queda sumergido cuando el agua está alta y dónde tiende a acumularse la basura, ya que la corriente y el viento se influyen mutuamente. Mi hija es sensible a dónde viven los bichitos y lo tiene en cuenta antes de dar un paso fuera del sendero o meter la mano entre las rocas. Las ocasionales picaduras de hormiga y los picores en las hojas le recuerdan que no toda la Tierra es de su dominio personal: hay que dejar espacio a las criaturas. Por encima de todo, siente una intensa curiosidad por el mundo natural, y cuando lo acicala, ese apego crece.


Zaeli Kane

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