Los niños son sinceros sobre lo que sienten.
Cuando ven algo nuevo o emocionante, se les iluminan los ojos y exclaman un asombrado "guau". Se ríen tan intensamente que los demás no pueden evitar sonreír. El orgullo que sienten cuando consiguen algo nuevo se hace patente cuando empiezan a aplaudirse a sí mismos. Expresan su amor alegremente con besos y abrazos.
También lloriquean cuando no consiguen lo que quieren, lloran profundamente cuando se hacen daño, lanzan algo con rabia, se esconden avergonzados cuando fracasan, muestran celos libremente y expresan miedo ante ruidos inesperados o fuertes.
Por desgracia, no todos los padres saben cómo validar todo el espectro de sentimientos de sus hijos. Cuando somos adultos, echamos la vista atrás y nos damos cuenta del daño que nos han hecho -a menudo sin querer- unos padres bienintencionados pero desdeñosos que nunca aprendieron a gestionar adecuadamente sus propios sentimientos.
Luego tenemos nuestros propios hijos y nos damos cuenta del reto que tenemos ante nosotros.
¿Cómo ayudamos a nuestros hijos a gestionar las emociones difíciles?
Quieres abrazarles cuando están enfadados. A veces quieres gritarles cuando se enfadan. Puede que incluso te dé la risa floja cuando lloran porque parecen tan monos y el problema parece tan pequeño en comparación con el panorama general de la vida.
A veces querrás que dejen de sentir tan profundamente porque estás demasiado ocupado para consolarles en ese momento. Tal vez no quieras que sientan profundamente porque a ti tampoco te gusta sentirte triste, enfadado o avergonzado. Tal vez simplemente quieras rescatarles de la dificultad de los sentimientos difíciles.
Según Leslie L. Greenberg, una de las fundadoras de terapia centrada en la emociónAlguien que es emocionalmente inteligente sabe cuándo y cómo entrar y salir de las emociones.
Como padres, esto es lo que intentamos ayudar a nuestros hijos a descubrir. Queremos que sepan cómo sentir profundamente, cómo escuchar sus sentimientos, sus mensajes, y responder adecuadamente, y cuándo reconducir un sentimiento.
A continuación le ofrecemos algunos consejos para ayudarle a enseñar inteligencia emocional a su hijo.
1. Identificar el sentimiento
Ayude a su hijo a describir la situación y el sentimiento o sentimientos que surgieron a raíz de ella. Empatiza con él y hazle saber que es normal sentir lo que siente.
Por ejemplo "Lloras porque tu hermano te ha quitado el juguete. Eso te hizo sentir triste. Eso me haría sentir triste a mí también".2. Evalúe sus propios sentimientos
¿Cómo quieres responder a los sentimientos de tu hijo? ¿Qué le dice esto sobre usted o sobre sus expectativas? Intenta no basar tu respuesta inmediata al sentimiento de tu hijo en tu propia respuesta a la situación.
Por ejemplo: Tu hijo tiene una rabieta. Te enfadas y te entran ganas de gritarle. En lugar de eso, haz una pausa y descubre por qué ha actuado así. Diga algo como "Estás enfadado porque mami ha dicho 'No tocar'. Mami lo ha dicho porque te quiere y no quiere que te hagas daño". Después, dedica un rato a pensar por qué te molestó tanto la rabieta. ¿Interpretó la rabieta como un reflejo negativo de usted como padre? ¿Te molestó el ruido? ¿Te recordaba a otra cosa?
3. Ayude a su hijo a elegir una respuesta verbal y conductual adecuada
Si tu hijo está triste, permítele que llore hasta que se canse (esto puede ocurrir por oleadas). Si está enfadado, permítele expresar su enfado con palabras, saltando, apretando una almohada o de otra forma no destructiva.
Por ejemplo: "Entiendo que estés enfadado. No pasa nada. No está bien pegar a tu hermano. ¿Cómo puedes mostrar tu enfado de otra manera?".
Las investigaciones demuestran que regalar a su hijo inteligencia emocional puede mejorar enormemente su calidad de vida. Su hijo sentirá que lo que experimenta es importante y que sus sentimientos son valiosos. Esta capacidad de comunicar sus sentimientos con eficacia puede aumentar la intimidad en sus amistades y, más adelante, en sus relaciones sentimentales. La inteligencia emocional puede evitar que recurran a formas de afrontamiento poco saludables. También aumenta su capacidad para trabajar mejor con los demás y les ayuda a centrarse en las tareas, lo que les convertirá en mejores estudiantes y, con el tiempo, en mejores empleados.
Por último, uno de los mejores regalos que puede hacer a su hijo es seguir desarrollando su propia inteligencia emocional. Cuanto mejor sepas expresar y comprender tus sentimientos, mejor podrás enseñar a tus hijos a hacer lo mismo. Dedica algún tiempo a reflexionar sobre cómo afrontas sentimientos difíciles como la ira, la vergüenza, la culpa, el miedo o la tristeza y decide si hay algo que puedas hacer hoy de forma diferente.
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