When my son was four, he began to ask a lot of anxious questions about death. I didn't know what event prompted it, but it was much on his mind. I would be peacefully washing dishes and suddenly he would pop up beside me like an alarmed meerkat, lip quivering, and ask me a relaxing, simple question like, "When people die, where do they go?" Filled with parental hubris, I was convinced that a simple, factual explanation would ease his mind. "Well, dearest, everything that is alive comes to an end. Trees die, and animals die. And people die as well. When they are very, very old." I cowardly avoided mentioning the other sorts of death that might visit us before immense age becomes a factor. When one only has a tenuous grip on the idea of time, reassurances that death only comes along once we reach an immense age are not helpful. His fears were not soothed but freshly enlivened. He had many more questions. What did being alive actually mean? How did people actually die? What actually happens to bodies when we put them in the ground? (He is very fond of the word "actually".) Our family is not religious, so I had no familiar metaphors to turn to. Every time I thought that I had found a good all-encompassing explanation or analogy, it would send him off onto a freshly anxious tangent. One evening, I proffered, by way of comfort, that my grandmother had died when she was very old, and that even though I was sad and I missed her, I knew she was very old and tired and was now no longer in pain. My son found the idea of me being sad unbearably tragic, and would occasionally check up on me, tears brimming in his eyes. "Are you still sad because your grandma died?" Eventually, we turned to stories. There are many picture books that deal with the idea of death; some very practical, aimed at children who are experiencing the death of a parent; others, more metaphorical, introducing the idea that one day everything comes to an end.
de Debi Gliori, Bloomsbury Publishing, 2014
"No importa qué" trata de Small y Large, dos criaturas zorro/conejo/algo. Small es gruñón, y Large le asegura que siempre le querrá, aunque sea gruñón, o esté de mal humor, o se haya convertido en un bicho... pase lo que pase. "Pero, ¿y cuando hayamos muerto y desaparecido?", pregunta Small. El amor continúa, explica Large, y miran juntos a las estrellas, que siguen brillando aunque algunas murieron hace tiempo. Es una metáfora atractiva para los niños que ya se interesan por el espacio, y la idea de que el amor continúa para siempre a pesar de la muerte es tranquilizadora.
de Britta Teckentrup, Orchard Books, 2013
"El árbol de los recuerdos" implica una muerte real, en lugar de sólo una discusión sobre la idea. La historia comienza cuando Fox, viejo y cansado, se acuesta y se duerme para siempre. Los animales están tristes al principio, pero luego empiezan a contar historias de sus recuerdos felices con Fox. Un árbol crece donde yace Fox, y los demás animales encuentran consuelo y refugio en sus ramas o bajo su sombra. Es una dulce historia con bellas ilustraciones, y el árbol es una idea reconfortante, tanto en sentido literal como metafórico.
de Susan Varley, HarperCollins, 1992
"Los regalos de despedida de Badger" es una historia parecida a "El árbol de los recuerdos", y era uno de mis libros favoritos cuando era niño. Tejón está viejo y cansado, y después de su muerte sus amigos recuerdan las cosas especiales que les enseñó Tejón y sus preciosos recuerdos de Tejón. Sería un buen libro para leer tras la muerte de un abuelo o bisabuelo.
de Judith Kerr, HarperCollins, 2003
"Goodbye Mog" would be a wonderful idea if you have other Mog books, as it would introduce the idea of loss of something familiar (although of course, it would bear that much more emotional weight). Judith Kerr gave a wonderful interview to the Guardian about her decision to write about Mog dying. "...I wanted to say something about dying and being remembered."
de Caron Levis, Atheneum Books, 2016
"Ida siempre" es un nuevo libro bellamente ilustrado sobre una pareja de osos polares, Gus e Ida, que viven en "un gran parque en medio de una ciudad aún más grande". La muerte se presenta de forma sencilla y clara: Ida había empezado a dormir demasiado. Pronto su cuerpo dejaría de funcionar y moriría. Gus se enfrenta a la vida sin su amiga íntima, reconfortado por el recordatorio de que no es necesario ver algo para sentirlo.
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