Bienestar

El mejor predictor del éxito, según la ciencia

Estoy sentado en el banquillo en el partido de fútbol de mi hijo de cinco años escuchando a los padres y cuidadores gritar palabras de ánimo a los jugadores. Está claro que, desde que nuestros hijos son pequeños, queremos que sobresalgan y alcancen todo su potencial. Queremos encaminarlos hacia el éxito en el futuro.

¿Qué contribuye al éxito de una persona a largo plazo?

Según la Dra. Angela Duckworth en su innovador libro "Grit", uno de los mejores indicadores del éxito a largo plazo no es el talento ni el intelecto (aunque también son útiles por razones obvias). Es la determinación.

Duckworth explica que las personas de éxito tienen una determinación feroz que las hace increíblemente resistentes, trabajadoras y centradas en sus objetivos a largo plazo. Esta combinación de pasión y perseverancia en los grandes triunfadores puede describirse con una palabra: agallas.

En "Grit", Duckworth se basa en estudios que realizó sobre profesores que trabajaban en escuelas de barrios difíciles, cadetes que se enfrentaban al difícil entorno de West Point y finalistas del Concurso Nacional de Ortografía. La autora demuestra que el nivel de agallas es el único factor que predice qué participantes del estudio destacarán en estos entornos tan exigentes.

Duckworth también descubrió que los niños con más agallas tienen menos probabilidades de abandonar los estudios secundarios. La valentía determina las tasas de graduación más que el nivel de interés de los estudiantes por la escuela, lo minuciosos que son con sus estudios e incluso lo seguros que se sienten en la escuela.

Viendo jugar al equipo de fútbol de mi hijo, está claro que algunos jugadores tienen una capacidad atlética más natural que otros, pero Duckworth probablemente me advertiría que no sacara conclusiones precipitadas sobre cómo se desarrollarán los talentos de los jugadores con el tiempo. En su libro sostiene que, aunque el talento cuenta, el esfuerzo cuenta el doble.

Duckworth explica que el esfuerzo aplicado al talento construye la habilidad, y el esfuerzo aplicado a la habilidad hace que ésta sea productiva en forma de logros. Sin aplicar esfuerzo al talento, éste sólo se queda en potencial sin explotar (sería el caso de los niños talentosos del equipo que luego deciden dejar el fútbol). Sin aplicar esfuerzo a las habilidades, una persona produce y logra menos (por ejemplo, un niño que juegue menos partidos puede no ascender en la categoría de fútbol).

Duckworth se basa en los hallazgos científicos de la psicóloga de Stanford Catharine Cox para explicar cómo entra en juego el cociente intelectual. Cox estudió a personajes históricos destacados. Llegó a la conclusión de que, como grupo, los personajes históricos eran más inteligentes que el resto de nosotros, pero también observó que el cociente intelectual importaba muy poco a la hora de distinguir entre los más destacados y los menos destacados del grupo. Lo que sí importaba a la hora de distinguir entre los más destacados y los menos destacados del grupo era -lo has adivinado- la valentía.

La buena noticia es que la determinación no es un rasgo fijo. Puede crecer con el tiempo, y Duckworth detalla en "Grit" las formas en que podemos hacer crecer nuestro valor desde dentro conectando el interés, la práctica, el propósito y la esperanza para dar forma a nuestros objetivos a largo plazo.

Al observar a los padres en el partido de fútbol de mi hijo, queda claro que hay diferentes enfoques en cuanto al nivel de ánimo que damos a nuestros hijos. Algunos padres corrigen a sus hijos durante el partido, mientras que otros son más relajados.

¿Cuál es la mejor manera de fomentar la valentía en nuestros hijos? ¿La fomentamos exigiéndoles un alto nivel de exigencia o la alimentamos con un apoyo afectuoso?

Aunque Duckworth admite que se necesita mucha más investigación en el ámbito de la educación de los hijos para mejorar la determinación, sugiere que los padres y cuidadores deben ser exigentes y comprensivos a la vez. También recomienda que nos fijemos en nuestros propios niveles de agallas. Si educamos a nuestros hijos de forma que quieran emularnos, es probable que nuestra valentía se refleje en ellos.

Otro punto clave de "Grit" es que antes del trabajo duro viene el juego. Duckworth anima a dejar que los niños exploren sus intereses. Señala que los hijos de padres que les permiten tomar sus propias decisiones sobre las actividades que les gustan tienen más probabilidades de desarrollar un interés que más tarde se identifica como una pasión.

Al final, el esfuerzo que apliquemos a nuestro potencial podría determinar nuestro propio potencial. ¿No te hace sentir más valiente esta información?

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