Bienestar

La verdadera razón por la que debe cultivar un huerto con sus hijos

niño pequeño con verduras en la mano

Es primavera, lo que significa que no puedes abrir una revista para padres sin que te asalte la imagen de un niño pequeño blandiendo una paleta sucia y comiéndose a bocados el fruto de su trabajo. Las revistas te dirán que deberías cultivar un huerto con tus hijos para aumentar su consumo de verduras, sus habilidades para la vida, sus resultados en ciencias, su credibilidad en los grupos de juego, sus probabilidades de jugar al blackjack y un sinfín de mentiras más.

Como jardinera novata y madre de tres hijos, estoy aquí para decirte la verdadera razón por la que deberías cultivar un huerto con tus hijos.

Deberías hacerlo porque le da algo que hacer durante el verano además de dar patadas a su hermana o lloriquear por su tercer bocadillo de la mañana. Deberías hacerlo porque llena tres unidades de tiempo en un día de 30 unidades con una actividad sana y al aire libre, permitiéndote así justificar el enchufarle a la droga de pantalla de su elección durante cinco unidades. ¿Se comerá tu hijo una zanahoria en algún punto de esta ecuación? Es posible. Si es así, no hay problema. Pero no se equivoque: no se trata de las zanahorias. Se trata de las unidades.

La jardinería es un juego de mamás perezosas.

Puedes cultivar un huerto con tus hijos sin salir de casa ni quitarte el pijama. Lo mejor de todo es que te ahorrarás al menos un viaje al supermercado para comprar bayas o brócoli o cualquier otro método que utilices para evitar el escorbuto.

He aquí cinco lecciones que he aprendido de la jardinería con mi propia prole:

1 | Elige bien tus cultivos.

Los cultivos más fáciles de cultivar son los que se encuentran en una ensalada, como lechugas, pimientos, pepinos y zanahorias. Además, los niños más fáciles de criar son los que comen ensaladas.

2 | Haz que forme parte de tu rutina diaria.

La jardinería, como la paternidad, tiene éxito en proporción directa a tu esfuerzo. Dedica tiempo cada día a recoger, podar y desherbar, y te recompensará todo menos los tomates. Y los melones... y la mayoría de las bayas. Y ahora que lo pienso, la paternidad no es así en absoluto. Puedes volcar todo tu ser en tu hijo, como un árbol de regalos humano, hasta que lo único que quede de ti sea un recipiente ojeroso y vacío. Lo más probable es que algún día acabe esnifando pegamento en el callejón trasero de un Staples. 

3 | Disuada a las plagas de forma creativa.

A las babosas les gusta la col rizada más que a los niños. Pero si insistes en cultivar este verde tan apetitoso, puedes disuadir a las babosas con cerveza. Así es como funciona: llena una lata de atún pequeña y vacía con cerveza y déjala junto a la col rizada toda la noche para atrapar a las babosas. Guarda este truco para más tarde y así podrás echarte el resto de la cerveza por la garganta. Las babosas prefieren una IPA helada. Espera, ¿he dicho babosas? Me refería a mí.

4 | Planifica una noche de la granja a la mesa.

Invita a tus hijos a que te ayuden a preparar una cena compuesta únicamente de verduras que hayas recogido del huerto: succotash, chips de col rizada y patatas fritas de calabacín son opciones aptas para niños. Recuérdales durante la comida que están viviendo de la tierra, igual que vivieron de la leche de tu cuerpo durante sus primeros años de vida. Explícales que es nuestro deber proteger a la "Madre" Naturaleza porque es sinónimo de teta vivificante que alimenta a toda la humanidad. A los niños les encanta este tipo de charla, sobre todo a los de secundaria. Créeme.

5 | Piensa en el panorama general.

Al final de tu vida, mientras yaces apático en una cama de hospital contando tus días de ensalada (¿ves lo que he hecho?), puedo prometerte una cosa: nunca, nunca te arrepentirás del tiempo que pasaste en un huerto con un niño. Así que puede que, al final, no se trate realmente de las verduras. Dígase esto cada vez que falle una cosecha. Buena suerte y feliz jardinería.

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