Acabo de regresar de un viaje increíble a Alaska. Esa parte del país es tan especial y no se parece a nada que haya visto antes. Es una cultura y una forma de vida realmente diferentes, con pueblos pequeños, un materialismo mínimo, una vida aislada y un clima muy frío y húmedo.
Aunque estaba asombrada por la increíble naturaleza que vimos y por la ciencia y la historia que aprendimos, me encontré con pensamientos como: "¿Cómo puede alguien vivir aquí?" y "¿Qué hacen para divertirse en medio de la nada?" y "Nunca podría soportar ese clima". Entonces me pregunté por qué estos pensamientos sentenciosos llenaban mi cabeza.
Seré la primera en admitir que mi mayor defecto en la vida es que soy demasiado crítica. Tristemente, este atributo me ha metido en problemas en mis relaciones bastante a lo largo de los años. Digamos que a veces he sido demasiado sincera con mis amigos en asuntos que no les han sentado bien. También tiendo a ver los defectos de los demás antes que sus rasgos positivos.
¿Cómo llegué a ser así? Puedo decir sin lugar a dudas que vengo de una larga estirpe de parientes prejuiciosos. Mis abuelos se lo transmitieron a mis padres y ellos a mí. Afortunadamente, reconozco que esto es un problema en mi vida, y ahora me preocupa transmitir el "gen crítico" a mis hijos. Como sé de primera mano que ser crítico puede frenarnos y causar estrés y decepción en nuestras vidas, me estoy esforzando mucho por hacer lo posible para romper este ciclo y dar a mis hijos la oportunidad de ver el mundo de una forma menos crítica.
Por qué juzgamos a los demás
Todos hacemos numerosos juicios a lo largo de nuestros días, aunque no siempre nos demos cuenta. Juzgar es un instinto natural que los humanos formamos hace mucho tiempo para defendernos de situaciones que podían causarnos daño. Necesitábamos ser capaces de hacer juicios rápidos basados en nuestras observaciones para decidir cómo debíamos reaccionar.
Sin embargo, con el tiempo este instinto se hizo menos necesario para la supervivencia y ahora forma parte de nuestro comportamiento social. Ahora tendemos a juzgar a otras personas y situaciones porque no las entendemos. Cuando no estamos familiarizados con alguien o algo, nos volvemos temerosos y nuestra reacción inmediata es juzgarlos de forma negativa para "protegernos". Queremos sentirnos seguros, así que etiquetamos a los demás como correctos o incorrectos, buenos o malos. Muchas veces este juicio se debe a una falta de empatía y compasión basada en comportamientos que aprendimos de nuestra educación (sí, ¡de nuestros padres!).
El problema de ser tan crítico es que puede afectar a nuestras relaciones y corroernos por dentro. Cuando los niños crecen aprendiendo a juzgar el mundo de forma negativa, esto puede afectar a su éxito y felicidad a lo largo de su vida. Según Healthy Place, "los juicios precipitados, el pensamiento arbitrario y el encasillamiento social se convierten en los métodos habituales para rechazar lo que es diferente o desagradable. Esta estrechez de miras tiene consecuencias devastadoras en las áreas de resolución de problemas interpersonales y tolerancia a la autoridad, al tiempo que prepara al niño para una serie de problemas sociales a medida que envejece."
Además, los expertos en psicología creen que juzgar a los demás es en realidad un reflejo de cómo nos sentimos con nosotros mismos. Cuando observamos que nuestros hijos ejemplifican este tipo de comportamiento, puede ser una señal de alarma para indagar un poco más y averiguar qué les pasa realmente. Puede que tu hija se queje de las chicas delgadas del colegio porque no está satisfecha con su propio peso. Puede que tu hijo ridiculice al genio de las matemáticas de su clase porque tiene dificultades con las matemáticas y se siente incapaz.
Qué podemos hacer al respecto
Los niños entran en este mundo con compasión, una respuesta natural y automática que ha permitido a los seres humanos sobrevivir a lo largo de la historia. El cerebro humano está programado para responder a los que sufren porque ayudarles nos hace sentir bien. Sin embargo, aunque los niños tengan el instinto de ayudar a los demás y ser abiertos de mente, es nuestra labor como padres enseñarles las diferencias y cómo enfocar la vida sin juzgar. He aquí algunos consejos para criar niños menos críticos:
Evitar el lenguaje crítico
Nuestros hijos absorben todo lo que decimos y hacemos. Si utilizamos un lenguaje crítico, ellos también lo harán. Si oyen declaraciones racistas, sexistas, tendenciosas y críticas sobre los demás, eso se convertirá en su norma, por lo que es importante que seamos conscientes del lenguaje que utilizamos.
Ten cuidado de no hacer que todo esté bien o mal. En lugar de decir "está mal", prueba a decir "no estoy de acuerdo". Considera la posibilidad de utilizar "Es socialmente inaceptable para algunas personas", en lugar de afirmar que algo es "correcto". Además, intenta evitar etiquetar a las personas como "buenas" o "malas". En la mayoría de los casos, lo que nos parece malo es algo nuevo para nosotros, por lo que nos preocupa. Puedes mantener una discusión abierta sobre distintos temas para explorarlos desde varios ángulos y llegar juntos a una conclusión, o acordar no estar de acuerdo.
Viajar a nuevos lugares
Aunque tuve algunos juicios sobre los demás en mi viaje a Alaska, en general esta experiencia me abrió los ojos sobre cómo viven los demás y mis opiniones sobre ellos. También me inspiró a profundizar en mi actitud crítica con este artículo, ¡así que funcionó! Si puedes, lleva a tus hijos contigo de viaje a otras ciudades, estados y países. Tener este tipo de experiencias realmente ampliará su perspectiva.
Exponga a sus hijos a personas y situaciones diversas
Desafíese a salir de su zona de confort y lleve a sus hijos a lugares nuevos con los que no estén familiarizados. Una forma estupenda de hacerlo es hacer voluntariado en familia en un comedor social, un hospital, una comunidad de jubilados, un colegio para niños discapacitados o en la naturaleza. Ofrecerles la oportunidad de relacionarse con todo tipo de personas les permitirá ver cómo viven los demás y les hará sentirse bien ayudando a los demás.
Utilice hechos, no opiniones
La gente se vuelve crítica cuando es incapaz de distinguir entre hechos y opiniones. Evita exponer a tus hijos tus puntos de vista y opiniones sobre cualquier cosa. En su lugar, mantén un debate basado en hechos y observaciones para que tengan la oportunidad de formarse sus propias ideas. Cuando des una opinión, asegúrate de decirles que eso es lo que es.
Celebrar las diferencias
Haga saber a sus hijos que cada persona es única y especial a su manera. Conocerán a personas que tienen un aspecto y hablan de forma diferente a ellos. Dedique tiempo a decirles que no pasa nada por ser diferente y hable con ellos de las diferencias que observen. Explícales que no está bien juzgar a los demás por cuestiones como la raza, la forma de hablar o la ropa. Exponles a diversas religiones, culturas, apariencias y enfermedades. Algunas formas estupendas de hacerlo son leer libros, ver series y películas, asistir a actos multiculturales y probar nuevas cocinas. Cuanto más interactúen con otro tipo de personas, más las aceptarán.
Reflect
Como he aprendido, muchas veces nuestros juicios son en realidad sobre nosotros, no sobre ellos. Entrena a tus hijos para que cuestionen sus propios juicios y descubran cuál es la verdadera cuestión que subyace a su forma de pensar.
Encontrar momentos de enseñanza
No tendrás que buscar muy lejos. Hoy las noticias están llenas de ejemplos de cómo juzgar a los demás puede ponerse feo. Desde el acoso escolar y los mensajes desagradables en las redes sociales hasta los estereotipos y el racismo, pasando por las manifestaciones de odio, tenemos infinitas oportunidades de enseñar a nuestros hijos a cambiar de rumbo y a tener una mentalidad más abierta para aceptar a todas las personas y experiencias del mundo. Haz todo lo posible por mantener un diálogo abierto y honesto con tus hijos a cualquier edad.