Desde hace miles de años, se cree que el color tiene poder sobre nuestras emociones. Artistas, decoradores de interiores, diseñadores de moda y agencias de publicidad utilizan el significado de los distintos colores para influir en el comportamiento humano y atraer clientes. Teniendo en cuenta las enseñanzas de estos expertos, ¿cómo podemos los padres utilizar la ciencia del color para orientar el estado de ánimo de nuestros hijos? ¿Afecta realmente el color con el que pintamos sus habitaciones a lo felices que se sienten o a lo profundamente que duermen?
Varias culturas antiguas, como la egipcia y la china, ya utilizaban el color con fines curativos hace 2.000 años. Este tipo de terapia se denomina cromoterapia, luminoterapia o colorología, y se sigue utilizando hoy en día como tratamiento holístico o alternativo.
Se cree que la cromoterapia utiliza el espectro visible de la luz y el color para cambiar el estado de ánimo de una persona y su salud física y mental. Cada color forma parte de una frecuencia y vibración específicas que pueden afectar a determinadas energías o chakrasen nuestro cuerpo.
Los practicantes también creen que ciertos colores que entran en el cuerpo pueden activar hormonas que provocan reacciones químicas que, en última instancia, influyen en las emociones y ayudan al organismo a sanar. El rojo, por ejemplo, se utiliza para estimular el cuerpo y la mente y aumentar la circulación. El naranja cura los pulmones y aumenta los niveles de energía. El azul trata el dolor, mientras que el índigo cura los problemas de la piel. Por último, el verde relaja a los pacientes emocionalmente desequilibrados y el amarillo vigoriza a los que sufren depresión.
Los psicólogos han descubierto que el color puede influir en cómo nos sentimos e incluso provocar cambios fisiológicos en nuestro cuerpo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que existen diferentes interpretaciones del impacto del color en las emociones, dependiendo de la cultura y las circunstancias.
Las investigaciones demuestran que ciertos colores pueden aumentar la presión arterial, el metabolismo y la adrenalina. Otros estudios de estudios han descubierto que ciertos colores pueden mejorar los hábitos de sueño, potenciar la memoria y mejorar el rendimiento académico. Un estudio descubrió que ver el color rojo antes de hacer un examen puede perjudicar el rendimiento. Los estudiantes a los que se mostró un número rojo antes de hacer el examen obtuvieron una puntuación más de un 20% inferior a los que vieron un número verde o negro.
Al igual que el color influye en nuestro estado de ánimo, también puede utilizarse para describir cómo nos sentimos. Un estudio publicado en la revista BMC Medical Research indicaba que las personas con depresión o ansiedad eran más propensas a asociar su estado de ánimo con el color gris, mientras que las personas más felices preferían el amarillo.
Los investigadores de la Universidad de California determinaron que los niños pequeños elegían colores brillantes para representar sentimientos positivos y colores oscuros para los negativos. Incluso fueron capaces de identificar cómo les hacían sentir determinados colores: el rojo es para la rabia, el azul para la tristeza, el amarillo para la felicidad y el verde para la alegría. Por tanto, el color puede ser una herramienta muy útil para acceder a las emociones de los niños en lugar de confiar en que ellos nos digan cómo se sienten.
Instituciones como la Cruz Roja Americana, el Hospital St. Jude, el Hospital Infantil de Boston y Scholastic incorporan esta capacidad de conectar los sentimientos con los colores como una forma de comprender mejor las emociones de los niños pequeños. Así, si nuestros hijos nos dicen que se sienten grises o azules, que están viendo rojo o que se sienten verdes de envidia, sabremos a qué se refieren y podremos guiarles a través de sus emociones.
Con el tiempo, los estudios han demostrado que los distintos colores nos afectan de maneras únicas. Los colores cálidos, como el rojo, el amarillo y el naranja, estimulan emociones que van desde la comodidad y la calidez hasta la hostilidad y la ira. Normalmente, los colores cálidos nos hacen sentir felices y acogedores. Los tonos llamativos de colores cálidos también ayudan a estimular nuestra mente y dan energía a nuestro cuerpo.
En cambio, los colores fríos, como el azul, el verde y el morado, nos relajan, pero también pueden entristecernos, sobre todo si son demasiado oscuros. A pesar de su naturaleza tranquilizadora, los colores fríos no siempre son acogedores y pueden hacer que la gente se sienta alejada y distante. Aquí tienes más información sobre el impacto y el simbolismo de los colores:
Ahora que sabemos cómo afectan determinados colores a nuestro estado de ánimo, ¿qué medidas podemos tomar para utilizar el color para ayudar a nuestros hijos?
Además de estas acciones concretas, dedica tiempo a hablar con tus hijos sobre cómo les hacen sentir los distintos colores. Pregúntales si están de acuerdo con la investigación. A medida que crezcan, trabaja con ellos para elegir un nuevo edredón o color de pintura para su dormitorio. Fíjate en sus obras de arte y en los colores que utilizan, y luego habla con ellos sobre por qué eligieron determinados colores y si les hicieron sentir de una determinada manera.
En última instancia, cuantas más herramientas tengamos para comunicarnos eficazmente con nuestros hijos, mejor nos irá. Diviértete jugando con los colores y explorando qué funciona mejor para tu familia.
ParentCo.
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