Las vacaciones son una época especial en la que las familias pueden disfrutar de su mutua compañía lejos de las presiones del trabajo y la escuela. También puede ser una oportunidad para que los padres amplíen el aprendizaje y el desarrollo de sus hijos participando en actividades que cultiven importantes rasgos de carácter, como la gratitud.
Fomentar los sentimientos de agradecimiento por las personas, experiencias y posesiones que rodean la vida de su hijo puede ser una buena manera de ayudarle a comprender la alegría de la gratitud, pero también hay formas más creativas de fomentarla. Por ejemplo, el plan de estudios de Academia Kiddie se centra en guiar a los alumnos más jóvenes para que sean más reflexivos, considerados y emocionalmente conscientes. Algunas de las actividades que facilitamos en nuestras Academias y que puedes hacer con tu pequeño en casa son:
- Árbol del Agradecimiento: Crea un árbol del agradecimiento en casa. Recorta hojas de papel de colores y pídele a tu hijo que escriba o dibuje en una hoja algo por lo que esté agradecido. A continuación, fije las hojas a una rama o a un tablero para formar una bonita exhibición. Esta representación visual de la gratitud servirá como recordatorio diario de todas las cosas que nos alegran.
- Tarjetas de agradecimiento: Escribir lo que apreciamos de nuestros amigos y familiares hace que todos nos sintamos bien, tanto el remitente como el destinatario. Para facilitar esta actividad, compre tarjetas en blanco o doble papel de impresora y escriba la nota mientras su hijo le dice lo que quiere decir. Haga que su hijo ilustre un dibujo que acompañe a la nota. Este proyecto ayuda a los niños a practicar la expresión de agradecimiento y les anima a reconocer y celebrar las cualidades únicas de sus seres queridos.
- Tarro de gratitud: Prepara un tarro de agradecimiento en casa. Cada día, que cada uno escriba en un papelito una cosa por la que está agradecido y la ponga en el tarro. A final de mes, reúnanse para leer las notas en voz alta. Esta actividad no sólo refuerza el agradecimiento, sino que crea un sentimiento colectivo de aprecio por las pequeñas alegrías de la vida.
Enseñar a los niños el poder de la gratitud tiene un gran impacto en su capacidad para prosperar en el futuro. Un niño agradecido es más propenso a empatizar con los demás y a comprender sus sentimientos, lo que conduce a una fuerte inteligencia emocional. Al reconocer el impacto de sus acciones, su hijo puede aprender a desenvolverse en situaciones sociales con conciencia y compasión.
Sin embargo, es importante recordar que los niños pequeños tienden por naturaleza a centrarse en sí mismos. Si se anima suavemente a los niños de entre 2 y 3 años a dar las gracias, estarán más capacitados para captar el concepto de gratitud de forma independiente cuando tengan entre 3 y 5 años.
Aprender a dar las gracias requiere un aprendizaje y una práctica constantes. Demostrando nuestro propio agradecimiento e incorporando estos conceptos a nuestra vida cotidiana, podemos crear un entorno en el que florezca el agradecimiento.